lunes, 13 de mayo de 2013

LA HISTORIA DE JOSÉ 2. JOSÉ EN EGIPTO

Al llegar a Egipto los mercaderes vendieron a José al ministro del faraón y jefe de la guardia que se llamaba Potifar. José entró al servicio de Potifar y, enseguida, éste comprobó que todo lo que hacía José prosperaba muy rápidamente porque Dios le favorecía, de tal modo que le nombró mayordomo de toda su casa y estaba muy contento con él.


Pero la mujer de Potifar acusó falsamente a José de pretender atraerla


y Potifar lo metió en la cárcel donde estaban encerrados los prisioneros del faraón.


 Dios favoreció también a José dentro de la cárcel y todo lo que hacía igualmente prosperaba, por eso el jefe de la cárcel le encargaba muchas cosas y tenía mas confianza en él que en los otros presos.



Y sucedió que, por aquel tiempo, fueron encarcelados el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del faraón y llevados a la misma cárcel donde se encontraba José. Una noche tuvieron ambos un extraño sueño, cada uno tuvo un sueño diferente. 

José los encontró tristes por la mañana y les preguntó: “¿Por qué tenéis tan mala cara?” Ellos le contestaron: “Hemos tenido un sueño y no hay quien nos lo interprete”. José les dijo:” ¿No es de Dios la interpretación de los sueños?; contádmelos a mí si queréis” 

 El jefe de los coperos le contó: “En mi sueño tenía ante mí una vid con tres sarmientos que estaban como echando brotes, subían y florecían y maduraban sus racimos. Tenía en mis manos la copa del faraón, y tomando los racimos los exprimía en la copa del faraón y la puse en sus manos”. José le dijo: “Esta es la interpretación de tu sueño: Dentro de tres días el faraón te devolverá tu trabajo de copero y podrás volver a poner la copa en sus manos como hacías antes” y añadió: “Acuérdate de hablar bien de mí al faraón para que me saque de la cárcel pues he sido injustamente condenado”. 

También el jefe de los panaderos le contó a José su sueño: “Llevaba yo sobre mi cabeza tres cestos de pan blanco, sobre el que estaba arriba había toda clase de sabrosas pastas de las que hacemos los panaderos para el faraón, y venían las aves del cielo y se las comían”.  José contestó diciendo: “Dentro de tres días te quitará el faraón la cabeza y te colgará de un árbol, y las aves del cielo comerán tu carne”. Este era un castigo terrible para un egipcio pues pensaban que debían conservar su cuerpo entero después de la muerte para entrar en la eternidad.

Y todo sucedió todo tal como José dijo: Al tercer día celebró el faraón su cumpleaños y ordenó traer ante sí al copero y al panadero, perdonando al primero y condenando a muerte al segundo.

Pasaron dos largos años y nadie se acordaba de José, pero un buen día el faraón tuvo también un extraño sueño, luego se volvió a dormir y tuvo otro sueño. Preocupado, hizo llamar a todos los adivinos y sabios de Egipto para que le interpretaran su significado, pero ninguno fue capaz de hacerlo. 

Fue entonces cuando el jefe de los coperos se acordó de José e hizo saber al faraón cómo éste había acertado al explicar los sueños que habían tenido él y el jefe de los panaderos.

Mandó pues el faraón llamar a José, y apresuradamente le sacaron de la prisión. Se afeitó, se cortó el pelo, se cambió de ropa y se presentó ante el faraón. Éste le dijo: “He oído decir de ti que en cuanto oyes un sueño lo interpretas, ¿es cierto?”. José respondió: “No soy yo; es Dios quien dará una respuesta favorable al faraón”.



El faraón relató su sueño: “Este es mi sueño: Estaba yo en la orilla del río y vi subir del río siete vacas gordas y hermosas que se pusieron a pacer en la hierba. Detrás de ellas subieron otras siete vacas tan flacas como yo jamás he visto en toda la tierra de Egipto. Las siete vacas flacas se comieron a las gordas pero seguían siendo tan flacas y feas como al principio.



Vi también en sueños que salían de una misma caña siete espigas llenas de granos de trigo y muy hermosas, y después de ellas salían otras siete espigas malas y sin granos; las siete espigas malas devoraron a las siete hermosas”. 

José tomó la palabra y dijo: “Dios ha dado a conocer al faraón lo que va a hacer: Las siete vacas gordas son siete años y las siete espigas hermosas también son esos mismos siete años; el sueño es, en realidad, uno solo. Las siete vacas flacas y las espigas malas son otros siete años.




Habrá en Egipto siete años de gran abundancia, y detrás de ellos vendrán otros siete años de gran escasez y de hambre en toda esta tierra. Al haber soñado dos veces sobre este mismo asunto, Dios te está advirtiendo que ocurrirá muy pronto, así, pues, el faraón deberá buscar a un hombre inteligente y sabio, y ponerlo al frente de la tierra de Egipto; deberá guardar una quinta parte de toda la cosecha que se recoja en los siete años de abundancia para poder consumirla en los años de escasez y no muera la gente de hambre durante ese tiempo”

El faraón quedó impresionado por la interpretación que le dio José a su sueño y exclamó: “¿Podríamos encontrar acaso otro hombre como este, lleno del espíritu de Dios?”, y añadió: “Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo el faraón será mayor que tú, te pongo al frente de toda la tierra de Egipto”.

 A continuación se quitó el anillo y lo puso en la mano de José; hizo que lo vistieran con blancas vestiduras de lino y rodeó su cuello con un collar de oro.



José tenía treinta años cuando sucedieron estas cosas. Se casó y tuvo dos hijos a los que llamó Manasés y Efraím. 

Durante los siete años de abundancia recorrió todo Egipto y fue almacenando trigo y alimentos en cada ciudad del reino según lo que cada una producía. José llegó a reunir tanto trigo que ya no lo podían contar.



Tras los siete primeros años de abundancia vinieron los siete de escasez, como lo había anunciado José; y hubo hambre en toda aquella tierra y en los países de alrededor, pero en Egipto no faltaba el pan; y si el pueblo acudía al faraón pidiendo ayuda, éste les respondía: “Acudid a José y haced lo que él os diga”.




Fueron avanzando esos siete años y el hambre aumentaba, no solo en Egipto sino en todas las tierras cercanas y también lejanas. José iba dando orden de abrir los graneros y vendía trigo al pueblo egipcio y a los que venían de fuera.




El hambre también llegó a la tierra de Canaán donde vivía Jacob el padre de José y todos sus hermanos. Al saber que había trigo en Egipto decidieron partir hacia allá diez de los hermanos de José animados por los consejos de su padre. Se quedó en casa Benjamín, el más pequeño, por temor de que le sucediera alguna desgracia. 

Llegaron los hijos de Jacob a Egipto con otros muchos que venían a comprar trigo, pues había hambre por todos los lugares. Como José era el jefe de la tierra y el que vendía el trigo a cuantos venían a comprarlo, los hermanos de José entraron, y se postraron ante él rostro en tierra. Se habían cumplido los sueños que José había tenido de joven.

Contesta las siguientes preguntas.

1. Cuando llegó José a Egipto, ¿a quién fue vendido?

2. ¿Qué posición llegó a ocupar José en la casa?

3. ¿Por qué José acabó en la cárcel?


4. ¿Por qué crees que José tenía tanta cercanía con Dios?

5. ¿Por qué prosperaba todo lo que hacía José?

6. ¿Crees que era trabajador, o esperaba que Dios le solucionase las cosas sin trabajar?

7. ¿Crees que sería triste o alegre?

8. ¿Qué sueño tuvo faraón?

9. ¿Cuál fue la interpretación que le dio José?

10. ¿Qué tendría José que inspiraba tanta confianza a Potifar, al carcelero, al faraón…?




































 Fuente: http://ebiparaguay.blogspot.com.es/2012/02/historia-el-gobernador-de-egipto.html




















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